Es fácil imaginar a un cerdo ibérico recorriendo la dehesa y alimentándose de bellotas en cualquier época del año. Pero la realidad es distinta. Su alimentación varía dependiendo de la temporada, y las bellotas solo forman parte de su dieta durante un periodo específico.
La montanera: el festín de las bellotas
Entre octubre y marzo, las dehesas se llenan de bellotas caídas de encinas y alcornoques. Este periodo, conocido como montanera, es clave en la crianza del cerdo ibérico. Durante estos meses, los animales se alimentan de bellotas y pastos naturales, lo que contribuye a la grasa infiltrada y al inconfundible sabor del jamón ibérico de bellota.
Cuando las bellotas desaparecen, los cerdos ibéricos deben adaptarse a otra alimentación. De marzo a septiembre, su dieta incluye pastos, raíces, hierbas y, en algunos casos, piensos compuestos de cereales y legumbres. Estos aportan los nutrientes necesarios para su desarrollo y garantizan su bienestar, sobre todo en verano, cuando la vegetación es más escasa.
La alimentación varía y el producto final también
Dependiendo de su alimentación, los cerdos ibéricos se clasifican en diferentes categorías:
- Ibérico de bellota: Alimentado exclusivamente con bellotas y pastos durante la montanera.
- Ibérico de cebo de campo: Vive en libertad y combina su dieta con pastos y piensos naturales.
- Ibérico de cebo: Criado en granjas, alimentado principalmente con piensos de calidad.
Cada tipo de alimentación influye en la textura, el sabor y la calidad final de productos como el jamón y el lomo ibérico.
Las bellotas son esenciales en la crianza del cerdo ibérico, pero no están disponibles durante todo el año. Su alimentación se adapta a cada estación, asegurando que los productos finales mantengan su excelencia. Así que la próxima vez que pruebes un jamón ibérico, sabrás que su sabor es fruto de un equilibrio perfecto entre naturaleza y tradición.
